Ayer fue un día más para marcar en la historia un avance que
es imparable: el de la igualdad y la libertad de las personas. Pero tal euforia
no es porque se haya iniciado una nueva forma de actuar o se haya aprobado algo.
Celebramos que el Tribunal Constitucional rechaza el recurso de
inconstitucionalidad de la Ley que permite el matrimonio de personas del mismo
sexo, ley aprobada en 2005.
El Partido Popular quiso que fuera así al no aceptar la aritmética
parlamentaria y recurrir una ley con amplia acogida y que no solo no hace mal a
nadie, sino que mejora nuestra dignidad y libertad como sociedad.
El Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó
y defendió esa ley como tantas otras iniciativas en el ámbito de la igualdad y
los derechos civiles. Unos cambios que fueron el verdadero leitmotiv de su
gobierno y que situaron nuestro país a la cabeza de Europa y el mundo.
Y ante ese reconocimiento y recuerdo, cabe preguntarse: ¿Pensaba la derecha más rancia y homófoba que podía paralizar el avance de los derechos de un colectivo a base de prejuicios y negaciones (basadas en falsos supuestos naturales y médicos)?
La llegada de la democracia y del camino por la igualdad de derechos hizo que las posiciones de quienes negaban la realidad de la diversidad sexual tuvieran que readaptarse. Ya no valía con utilizar la fuerza pública para atacar a las personas que se alejaban de la pretendida norma de la heterosexualidad. Ahora se justifica la crítica bajo el paraguas de la ciencia o de la religión y los valores. Así, vincular la homosexualidad, bisexualidad o transexualidad con las enfermedades es un falso cientificismo con el que seguir atacando y difamando, pero desde la aparente neutralidad que ofrece la ciencia.
A todo esto debemos recordar que esas posiciones no
cambiaron por que sí, sino que lo hicieron a causa de la reivindicación social
encabezada por organizaciones civiles y asumida también por partidos como el
PSOE, que fue plasmándose poco a poco en más visibilidad hasta alcanzar la
equiparación de derechos. Pero no
olvidemos que una parte de la población no asume, incluso no respeta, esa
diversidad y libertad: Por eso, cuando el Partido Popular elimina la sensibilización
en igualdad del currículo educativo, oculta una realidad para dar pie a la homofobia.
Lo hacen a sabiendas que la educación en valores, la coeducación, es la forma
definitiva de aplacar, entre otras cosas, los prejuicios frente al colectivo
LGTB.
En definitiva, celebramos hoy la consolidación de un derecho
más para seguir reivindicando una mayor conciencia social. Así, y solo con la defensa
de razón y el entendimiento haremos que todos esos prejuicios vayan desechándose
por sí solos.
Rubén Castro Torres
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