jueves, 29 de marzo de 2012

El pretexto de la maternidad para la (re)construcción de un único modelo de feminidad

El pretexto de la maternidad para la (re)construcción de un único modelo de feminidad
Rubén Castro, Estudiante de Postgrado en Género e igualdad

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"Las declaraciones del Gobierno del PP sobre el aborto y las mujeres promueven un único modelo de feminidad y rehuye el debate de la coeducación en valores y la corresponsabilidad de los hombres."


Polémicas, declaraciones y vaivenes en las políticas de género. Así podríamos calificar a gran parte de la acción del Gobierno del Partido Popular, que en pocos meses de gestión, o en este caso contra-gestión, ha llevado toda la acción por la igualdad de mujeres y hombres al ámbito de la polémica y la tergiversación. Y si bien no es algo ante lo que habría que sorprenderse, vista la ferviente oposición que realizaron durante 7 años a las políticas de extensión de derechos del PSOE, si lo es que se llegue al límite de querer desmontar toda la teoría de género establecida en España.

Lo último son las declaraciones del Ministro de Justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, en que destacaba que "la libertad de maternidad es lo que a las mujeres les hace auténticamente mujeres” a propósito, entre otras cosas, de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que pretenden modificar.

Y es que nadie pone en duda, y mucho menos el movimiento feminista, de que hay que permitir y proteger la maternidad y la paternidad. Pero lo que el Gobierno del PP no puede hacer es utilizar ese valor como pretexto para perpetuar un modelo de ciudadanía (sobretodo de mujeres) orientada a la descendencia como única razón de ser.

Quisiera destacar que al hablar feminidades y masculinidades no quiero negar que la realidad es que el peso de la reproducción y los cuidados recae casi en exclusiva de las mujeres, estando sometidas a una estructura social que las exige a cumplir su papel de mujer-madre-cuidadora. Es decir que se orienta a mujeres y hombres a tener descendencia, pero delegando toda la gestión y trabajo a las mujeres.

Una situación que además se acompaña con una concepción del trabajo reproductivo y de cuidados como algo prescindible y un riesgo a las empresas, por lo que al ser asumido casi en exclusiva por las mujeres, estas se ven sometidas a una fuerte presión de las empresas, que incluso consideran que la baja por maternidad o por cuidado de hijos e hijas o familiares es algo negativo. La propia forma de los contratos a tiempo parcial, por su precariedad y bajas condiciones salariales, y por estar ocupados en un 70% por mujeres, son un claro ejemplo de que la idea es que solo ellas deben conciliar y con unas condiciones concretas.

Por cierto, la reciente reforma laboral del PP precariza aún más las condiciones de manera que haya más flexibilidad sí, pero flexibilidad obligada y bajo las condiciones que las empresas decidan, con una especial incidencia en las mujeres trabajadoras.

Por otra parte, en el caso de los hombres, estos concilian en menos ocasiones por lo que muchas veces ni siquiera se ven en la problemática de elegir, porque se considera que eso ya lo hacen las mujeres.  Ejemplo claro: de las excedencias por cuidado familiar solo un 6% son tomadas por hombres.

¿Por ello que respuestas podemos dar para acabar con esa problemática social?

Primeramente es imprescindible mencionar la masculinidad para visualizar los roles que desempeñan los hombres y que también sustentan esa subordinación femenina: la solución no viene restringiendo derechos o perpetuando los roles típicamente femeninos en el marco de un sistema patriarcal, ya que así cerramos la situación en el mismo bucle: “los hombres se ocupan de la sustentación económica, y por lo tanto no tienen problemas, pero las mujeres que deben cuidar y sustentar los hijos e hijas (y el conjunto de la familia) tienen un problema al no poder entrar o mantenerse en el ámbito público”.
Al mostrar a las mujeres como único sujeto de actuación estamos interpretando que solo ellas tienen un problema y que por lo tanto solo sobre/con ellas debe aplicarse la solución. Fijémonos, por lo tanto, también en ellos como otro sujeto diana, a quien orientar/exigir las soluciones.

La propia maternidad no puede ni debe erigirse como único valor que forma el perfil de una mujer: con ello estamos mermando su propia libertad y ampliando los estereotipos sociales que se ciernen sobre ellas y su feminidad.

En segundo lugar las soluciones para proteger esa maternidad, la de las mujeres que quieren desarrollar plenamente su derecho maternal, debe gestionarse atendiendo a la diversidad de mujeres, ya que no son una especie de colectivo homogéneo. De hecho la propia maternidad no puede ni debe erigirse como único valor que forma el perfil de una mujer: con ello estamos mermando su propia libertad y ampliando los estereotipos sociales que se ciernen sobre ellas y su feminidad.

Esto sucede también con la reforma de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo., con las palabras una vez más del propio Ministro Gallardón, que utilizó el argumento de que las mujeres tienen una presión social que les obliga a abortar, para prescindir del derecho a decidir sobre el proceso de su embarazo. 

Contradicción clarísima que vemos entre la premisa mostrada, que es acabar con un supuesto problema de estereotipos o violencia estructural, y la respuesta, que es acabar con la Ley que precisamente ofrece unos plazos y mayores garantías las mujeres. Una legislación aprobada por el Gobierno Socialista de la que también hay que destacar que fomenta una educación sexual-afectiva para que desde el propio proceso de socialización los chicos y chicas crezcan lejos de todos los mitos, presiones y violencia. Esa misma educación en valores junto a las garantías para acceder al aborto de forma voluntaria es y debería seguir siendo la base para mantener el derecho a la maternidad y a una sexualidad sana

Por ello, la única motivación creíble que podemos encontrar a estas acciones/declaraciones emprendidas por el Gobierno del Partido Popular es el establecimiento de un único modelo de mujer, de maternidad y de sociedad, coartando esas libertades que pretenden defender al mermar todas las acciones que efectivamente lo posibilitarían.

Para concluir, si verdaderamente pretendemos la libertad de las mujeres, de todas las mujeres en su diversidad, hagamos legislaciones que fomenten la educación en esos valores: mejoremos las ayudas a la maternidad y la paternidad (respetando y valorando también a quienes no desean cumplir a ese valor) y apostemos por un modelo coeducativo que fomente una sexualidad-afectividad sana. Todo ello actuando con los hombres también como grupo diana a quienes hemos educar en la corresponsabilidad e igualdad, para que junto a las mujeres luchen por un nuevo modelo social que de igual valor o más al trabajo reproductivo y de cuidados que al trabajo productivo.

El camino no es fácil, y si bien hay que ser conscientes que durante varias décadas hemos ido avanzando entre dimes y diretes, las actuaciones que están desarrollándose en estos momentos por el Gobierno del PP van precisamente en el sentido contrario a la igualdad legal y efectiva: son un ataque frontal a los intereses de mujeres y hombres en su diversidad.

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